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Sebastián FUENTEALBA
La tierra se movió en la madrugada del sábado 27 de Febrero cuando dormíamos, eran las 3,30 aproximadamente. Todo parecía salirse de su sitio, se nos hizo eterno, ¡no paraba nunca!, esperar sin poder aquietar el movimiento, al mismo tiempo que atentos a lo que presentíamos que estaba ocurriendo, es lo que hicimos. Cuando paró lo importante fue que nos sentimos vivos y bien, el resto no tenía mayor importancia. Comunicar con los de casa fue casi imposible, los móviles no conectaban y solo después de mucha insistencia supimos que los nuestros todos estaban bien. Bajamos a la calle pues estábamos en un noveno piso, y vimos algunos destrozos en los aleros de los edificios del Centro de Santiago, enormes pedruscos en el suelo y la gente intentando comunicarse con los suyos. Nos enteramos de que el epicentro había sido en la región del Bío-Bío y concretamente Concepción parecía estar destrozado.
Subimos de nuevo al apartamento y decidimos esperar, mientras descansábamos, a que amaneciera. Durante este tiempo fue posible la comunicación con algunos y eso alivió la situación. Con la luz del sol pudimos ver que prácticamente todo estaba bastante bien y casi sin más nos fuimos a ver a la familia Fuentealba para compartir lo vivido. En la población Santa Mónica de Recoleta había gente instalada en la calle con carpas y hasta compartiendo una olla común. Los de casa estaban bien aunque con los consabidos desórdenes materiales ocurridos dentro de la casa. Impotencia era el sentimiento predominante ante tanta pérdida y dolor causado en el centro-sur de esta tierra chilena. Las noticias eran impresionantes y las imágenes que iba mostrando la televisión francamente horribles. Gentes que han quedado sin nada y sin nadie, tierras convertidas en escombros y hasta los residuos de un maremoto que hizo llegar al mar hasta la plaza de la ciudad de Constitución. Mientras hemos ido ordenando lo material y sabiendo de la situación de los del entorno, nos han ido llegando palabras de apoyo y ofrecimiento de ayuda, de familiares lejanos, amigos y conocidos, desde la India, País Vasco, España, Brasil, Colombia, Argentina..., palabras cálidas y emocionadas queriendo saber, no solo de nosotros sino de las gentes de este país. ¡Muchas gracias!
Foto: Andrea Fuentealba Elizalde.
¿Qué hacer? ¡Hay que hacer algo, siempre se puede! Esta es la sensibilidad que ha llevado a moverse a una gran cantidad de jóvenes que se han instalado en la ciudad de Santiago a la salida del metro (parada Salvador) en un césped, con una carpa pequeña y un letrero que dice “carpa de ayuda”. Se trata de una historia singular que comenzó el domingo 28. Renato Briceño, cientista político, perteneciente a la Seguridad Pública de Arica y Parinacota, en el actual gobierno que acaba, junto con Daniel Vergara y Mauro Campillai de Antofagasta, ambos estudiantes, han tenido la idea de acampar en este pedazo de tierra citadina con el único objetivo de recaudar y seleccionar productos que las personas puedan aportar para ayudar en esta situación de emergencia, coordinados con la Asociación Chilena de Municipalidades que pasará a recogerlos. Estos jóvenes acababan de llegar a Santiago cuando ocurrió el terremoto y volvían a su tierra que está más al norte, después de las vacaciones en las que habían recorrido el sur del país. Conmovidos, sintiéndose impotentes pero no inútiles, con sensibilidad ciudadana han organizado la acción bajo el siguiente eslogan “Chile se movió y nos toca mover a nosotros”. Se han comunicado por internet con los medios a su alcance, por TV... A la media hora de instalarse el domingo llegaron 20 jóvenes, el 2 de marzo ya eran 150... Fernanda Zárate, estudiante de música, ha sido la mediadora en esta comunicación-información, joven, conscientes, preocupada por la situación. Jóvenes llamando a jóvenes, todas y todos ellos, llamándonos a la responsabilidad humana de forma natural y nada complicada. Llama la atención tanta juventud solidaria en medio de esta ciudad transitada en todas las direcciones, junto a una boca de metro, mientras la mayoría, aparentemente por lo menos, intenta retornar a la habitual rutina cotidiana.
Mientras la tierra se sigue moviendo en pequeños gestos sísmicos intentando asentarse, la ciudad de Santiago se ha convertido en un llevar a lugares concretos, mercadería, ropas, etc. caravanas de camiones desfilan hacia el sur repletos de cosas totalmente necesarias y numerosas personas dedican su tiempo a responder a esta demanda. La fraternidad humana se hace sentir claramente y el deseo de ayudar es una realidad. La Presidenta del gobierno, Señora Michelle Bachelet, ha hablado con mucha precisión profesional y dignidad a los ciudadanos y ciudadanas de Chile, explicando, clarificando aspectos, comentando la necesidad de perfeccionar ciertos aspectos sobre todo en el ámbito de la comunicación, pidiendo confianza en la capacidad de organización asistencial, asegurando que Chile conseguirá ponerse en pié porque tiene capacidad para ello. Ha comentado que todavía ella no le ha dado espacio al dolor que siente, acabando la comunicación profundamente conmovida enviándonos un abrazo. Esta mujer responsable, fuerte, sencilla, y natural, nos ha dejado la reflexión de muchos aspectos a considerar.
Foto: Andrea Fuentealba Elizalde.
¿Por qué han ocurriendo saqueos y asaltos a supermercados, edificios, y casas haciendo que las fuerzas militares y el toque de queda estén siendo necesarios? El terror de que todo se acababa ha invadido unos lugares con más fuerza que otros ¡como si llegara el fin de los tiempos! Las condiciones humanas no son las mismas para todos, la evolución no ha sido igual en todas partes. Hay lugares muy deprimidos que históricamente no han sido considerados debidamente y esto aparece en circunstancias de vida o muerte como la que hemos vivido con mucha crudeza. Los grandes almacenes y los medios de comunicación, no tienen escrúpulos en mostrar libremente la variedad de productos de todas las clases en su diversidad cualitativa y cuantitativa como una auténtica exhibición paradisíaca para quien tenga la posibilidad de disfrutarlos. Pero hay muchos y muchas todavía que solo pueden acudir a este escaparate mundial para contemplarlo. Hemos vivido otros terremotos y no recordamos estas hordas difíciles de controlar, eran otras épocas en las que el consumismo no reinaba tan descaradamente.
¿Tiene Chile capacidad para remontar esta desgracia natural? Indudablemente sí. Como país sabe de su condición sísmica y además cuenta con la ayuda fraternal de los países vecinos en la medida que lo requiera. Se están haciendo presentes afectiva y efectivamente: Venezuela con su Presidente Chávez a la cabeza fue de los primeros en solidarizarse; hemos visto al representante de Bolivia, ofreciendo el agua que tanto escasea y nos es necesaria, ¡una ayuda elemental!; de Brasil, ha llegado el Presidente Lula a entrevistarse con la Presidenta deseoso de saber qué necesita Chile en este momento para satisfacer la demanda, recordando hechos históricos en los que Brasileños fueron acogidos en Chile, ¡qué importante es la historia en la fraternidad de los pueblos!; El presidente de Perú parecía un chileno mas conocedor de realidades como esta, queriendo responder a pedidos y ofertas concretas; EE.UU. con Hilary Clinton ofreciendo entre otras cosas hospitales móviles, hablando con la señora Bachelet que es doctora, de los problemas de salud urgente que hay que atender; La Presidenta de Argentina, muy cercana fue la primera en solidarizarse y resuelta a responder la petición que se le haga. Podemos Contar con todos ellos. Pero contamos sobre todo con los chilenos y chilenas que junto con la naturaleza prodigiosa de este país han conformado estructuras válidas hoy de nuevo transformables y totalmente necesarias.
Mientras, la mayoría intenta recuperarse del dolor de la pérdida de sus seres queridos, saber de los que no se tienen noticias, procurando reconstruir realidades y seguir viviendo. Continuar con la tarea que nos corresponde profesionalmente es un buen servicio al país. En esas estamos. La naturaleza es también magistral en sus lecciones. Estamos de nuevo aprendiendo el sentido de la fraternidad humana a la luz de la muerte y de la vida.
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